«Un pueblo huérfano, huérfano de todo, de agua, de salud, de enseñanza, de semillas, de abono»…
Quizá nunca hayas escuchado antes estas palabras, pero si te digo que las utilizó Vicente Ferrer para referirse a India, es probable que no te sorprenda. Quizá no tengas datos precisos de un lugar tan lejano, pero la idea de pobreza se dibuja clara en tu mente cuando piensas en India, junto a ese contraste de colores y olores que flota en tu imaginario y que no logra esconder su miseria. Conoces la situación de ese pueblo huérfano, sin conocerla. Como también conoces lo que significa ser mujer en un lugar así. No es necesario que yo te lo cuente.
Quizá además de estar al tanto, has hecho algo ya para intentar cambiar una situación tan injusta. Colaborar con una ONG, comprar productos de comercio justo, votar a partidos que no bloqueen por programa la colaboración internacional, manifestarte por los derechos de las mujeres aquí y allí.
No te voy a pedir cuentas, no te voy a dar datos, no te voy a explicar la situación. Porque la conoces. Y si no la conoces, tienes todo en tu mano para informarte y conocerla.
Sólo te pido que mires estas fotos, que les devuelvas la mirada a estas mujeres silenciosas, que hablan con voz propia de su historia. A estas mujeres valientes, que se ponen en pie cada día para luchar por su propia vida, por cambiarla, por cambiar la de sus hijas, por cambiar India.
Todas estas mujeres son India. E India se reescribe a través de ellas. Tan solo, míralas.
Y cambia con ellas.
«India es nombre de mujer» es un proyecto fotográfico, fruto de mi pequeña estancia en Anantapur, en junio de 2015, para conocer el trabajo de la Fundación Vicente Ferrer. Pretende ser un tributo a la mujer y a su lucha por empoderarse y ocupar el lugar que le corresponde en el mundo.